
Las meninas. Velásquez
O la familia de Felipe IV
(En español Las meninas, o La familia de Felipe IV)
Pintura de Diego Velázquez (ca. 1656). Óleo sobre lienzo, 318 × 276 cm. Museo del Prado, Madrid.
El cuadro muestra a la infanta Margarita con dos damas de honor - "meninas" en portugués- y al propio artista pintando a la pareja real -que está en nuestro lugar como espectadora y cuya imagen se refleja en el espejo del fondo- entre varios miembros de la corte española.
Durante cuatro siglos la obra ha despertado sorpresa, fascinación y admiración. Pintado cuatro años antes de la muerte de Diego Velázquez, este gran lienzo inspiró directamente a Francisco de Goya, Édouart Manet y, sobre todo, a Pablo Picasso. La escena, captada como una instantánea fotográfica, la técnica indecisa y audaz -y sobre todo la composición- hacen de esta obra una especie de manifiesto pictórico.
Michel Foucault, considerando que el tema ha sido "elidido", dice de este cuadro: "La representación puede darse como pura representación. Ninguna fuente o modelo podría compararse con esta obra, cuyo argumento -en el sentido teatral- es la visita de la infanta Margarita a sus padres en el estudio del pintor, situado en el antiguo piso del príncipe Baltasar Carlos en el Alcázar.
El distanciamiento de la mirada del pintor le lleva, más allá de las apariencias, a captar la naturaleza humana en su esencia. Los temas del espejo y de los cuadros dentro de los cuadros, que tienen su origen en la pintura flamenca del siglo XVI, contribuyen cada uno a la construcción de la obra -es el reflejo de la pareja real el que perturba el espacio del espectador repentinamente asociado al lienzo- y a la orientación del significado. Las dos obras de la pared son Pallas y Aracne, de Petrus Paulus Rubens, y Apolo y Marsyas, de Jacob Jordaens, dos historias de las Metamorfosis de Ovidio. La leyenda de Aracne es el tema de una obra pintada el mismo año que las Meninas, las Hilanderas, que podría ilustrar la compleja relación entre la realidad y su representación. Apolo y Marsias plantea, en otro nivel, el de la inspiración y el mito platónico, el problema del poder de la creación. Las dos obras nos invitan a leer el cuadro en direcciones distintas a las del puro retrato, e ilustran la audaz definición que Velázquez dio a su arte.
Fuente: https://www.larousse.fr/